Penélope, con su bolso de piel marrón
y sus zapatos de tacón
y su vestido de domingo.
Penélope, se sienta en un banco en el andén
y espera que llegue el primer tren, meneando el abanico.
Dicen en el pueblo, que un caminante paró
su reloj, una tarde de primavera.
"Adiós amor mío, no me llores, volveré
antes que, de los sauces caigan las hojas.
Piensa en mí, volveré a por ti..."
Pobre infeliz, se paró tu reloj infantil
una tarde plomiza de abril, cuando se fue tu amante.
Se marchitó, en tu huerto hasta la última flor.
No hay un sauce en la calle Mayor
para Penélope.
Penélope, tristes a fuerza de esperar,
sus ojos, parecen brillar, si un tren silba a lo lejos.
Penélope, uno tras otro los ve pasar,
mira sus caras, les oye hablar, para ella son muñecos.
Dicen en el pueblo, que el caminante volvió.
La encontró, en su banco de pino verde.
La llamó: "Penélope, mi amante fiel, mi paz,
deja ya, de tejer sueños en tu mente,
mírame, soy tu amor, regresé".
Le sonrió, con los ojos llenitos de ayer,
no era así su cara ni su piel.
"Tú no eres quien yo espero".
Y se quedó, con el bolso de piel marrón
y sus zapatitos de tacón, sentada en la estación.
(Penelope, Joan Manuel Serrat)
y sus zapatos de tacón
y su vestido de domingo.
Penélope, se sienta en un banco en el andén
y espera que llegue el primer tren, meneando el abanico.
Dicen en el pueblo, que un caminante paró
su reloj, una tarde de primavera.
"Adiós amor mío, no me llores, volveré
antes que, de los sauces caigan las hojas.
Piensa en mí, volveré a por ti..."
Pobre infeliz, se paró tu reloj infantil
una tarde plomiza de abril, cuando se fue tu amante.
Se marchitó, en tu huerto hasta la última flor.
No hay un sauce en la calle Mayor
para Penélope.
Penélope, tristes a fuerza de esperar,
sus ojos, parecen brillar, si un tren silba a lo lejos.
Penélope, uno tras otro los ve pasar,
mira sus caras, les oye hablar, para ella son muñecos.
Dicen en el pueblo, que el caminante volvió.
La encontró, en su banco de pino verde.
La llamó: "Penélope, mi amante fiel, mi paz,
deja ya, de tejer sueños en tu mente,
mírame, soy tu amor, regresé".
Le sonrió, con los ojos llenitos de ayer,
no era así su cara ni su piel.
"Tú no eres quien yo espero".
Y se quedó, con el bolso de piel marrón
y sus zapatitos de tacón, sentada en la estación.
(Penelope, Joan Manuel Serrat)
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